Actualidad Económica
23/11/2022
Riesgo País y Estudios Económicos

La industria automovilística, a la vanguardia de la transición hacia la neutralidad en carbono

La industria automotriz

Renault anunció recientemente la separación de sus actividades de producción de vehículos eléctricos (EV) y vehículos térmicos, para financiar inversiones para acelerar su desarrollo en vehículos eléctricos.

El fabricante se enfrenta a los retos habituales de la gran mayoría de los actores del sector (fabricantes, fabricantes de equipos, distribuidores): la reciente caída de las ventas, la volatilidad del mercado, las sombrías perspectivas económicas, así como el fortalecimiento de los estándares medioambientales. En este contexto, la movilidad baja en carbono (eléctrica, híbrida, hidrógeno) es un aspecto importante y esencial de desarrollo para las próximas décadas.

La carrera por el liderazgo y la innovación en metales y tecnologías está en marcha, y los actores globales han entrado en una dura competencia. Por supuesto, el acceso a los metales y las cadenas de suministro será esencial, al igual que la capacidad de inversión y el acceso a habilidades poco comunes.

 

LA MOVILIDAD BAJA EN CARBONO ES AHORA UN GRAN DESAFÍO GLOBAL

La electrificación de los vehículos se ha convertido en una competencia mundial. Las economías avanzadas, las emergentes, los países mineros... nadie quiere perder la oportunidad de la movilidad baja en carbono. China ya se ha consolidado como un actor clave en la producción de baterías, con el 60% de la capacidad mundial de refinado de litio, el 77% de la producción mundial de células de baterías y el 60% de la fabricación mundial de componentes de baterías.

La descarbonización también ocupa un lugar destacado en las agendas políticas de los países de la OCDE. De hecho, además de las preocupaciones medioambientales, las cuestiones económicas (creación de empleo, reindustrialización) y la soberanía industrial son temas relevantes. La subvención de la compra de automóviles es uno de los instrumentos que suelen utilizar los gobiernos para sustentar la actividad y estimular el consumo. Recientemente, las autoridades chinas y estadounidenses han implementado subvenciones para la compra de vehículos eléctricos por parte de los hogares. Ambos países pueden apoyarse en sus grandes mercados nacionales para desarrollar esta industria. En Francia, el gobierno está considerando, además de las bonificaciones para la conversión, un "alquiler social" para ayudar a los hogares con menos recursos a comprar vehículos eléctricos. Sin embargo, la sostenibilidad de estos programas es cuestionable, dadas las sombrías perspectivas económicas mundiales y el contexto de alta inflación.

Los principales actores del sector de la automoción también están trabajando en la integración vertical de las cadenas de valor. Varios fabricantes y proveedores de equipos han anunciado la creación de proyectos conjuntos con empresas del sector de las baterías de iones de litio e hidrógeno. El reto es controlar tanto el suministro como los costes en cada etapa del proceso industrial (materias primas, batería, motor, vehículo). Además, buscan controlar la oferta y los costes en cada etapa del proceso industrial (materias primas, batería, motor, vehículo). El desarrollo de este mercado debería ser una fuente de oportunidades para todos los actores de la cadena de producción. No obstante, la presión estructural sobre los fabricantes de equipos y concesionarios de automóviles persiste y tiende a aumentar.

PRODUCCIÓN Y CONSUMO ANTE RIESGOS SIGNIFICATIVOS

El principal riesgo a corto plazo está relacionado con la disponibilidad de recursos para la producción de vehículos y baterías. Esta se basa en materias primas muy específicas (litio, cobre, níquel, hidrógeno, etc.) y el cambio masivo y rápido a los vehículos con bajas emisiones de carbono está creando fuertes presiones sobre la producción y el suministro. Es probable que esta tendencia continúe a medio y largo plazo, dada la necesidad de almacenamiento de energía.

A corto plazo, el riesgo de dependencia de los fabricantes y proveedores de equipos europeos con respecto a determinados países y actores es también significativo. Este es el caso, en particular, de Europa, donde la prohibición de la venta de vehículos térmicos de aquí a 2035 se apoya en proyectos de reindustrialización no maduros -proyectos mineros y giga factorías- y aumenta los riesgos de vulnerabilidad de los choques en la cadena de suministro (escasez logística, bloqueos marítimos, etc.).

Por último, las sombrías perspectivas económicas tendrán un claro impacto negativo en el sector.  Las ventas de vehículos están muy ligadas a la salud de la economía y Coface prevé una ralentización del crecimiento del PIB mundial hasta el 1,9% en 2023 (2,8% en 2022). El precio de los vehículos de bajas emisiones seguirá siendo elevado a medio plazo, en un contexto en el que el coste de la energía repercute en toda la cadena de valor (costes de producción, costes de explotación de las concesiones, etc.). La actual falta de redes de recarga también disuade a los compradores.

Queda por ver si parte del modelo económico podría basarse en nuevas soluciones de movilidad innovadoras, como el alquiler a largo plazo, el uso compartido de coches eléctricos o la suscripción.

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