Los mercados solo esperan 1 o 2 recortes de tipos, lo que refleja la postura prudente de la Fed. Las últimas proyecciones de los responsables de la política monetaria estadounidense confirman que los recortes de tipos tendrán que esperar hasta finales de verano, o incluso hasta finales de año. Por su parte, el Banco Central Europeo inició su relajación monetaria con un primer recorte de 25 puntos básicos (pb) a principios de junio.
Ante el retraso del calendario de la Fed, los países emergentes no tendrán más remedio que ralentizar o retrasar su ciclo de recorte de tipos para evitar el riesgo de fuga de capitales, una depreciación significativa de las divisas y, en última instancia, un repunte de la inflación a través de las importaciones. Los cambios en las expectativas sobre la política de la Fed ya han provocado que los bancos centrales de varios países latinoamericanos, que se habían apresurado a endurecer su política monetaria a partir de 2021, redujeran los tipos de interés en mayo (gráfico 15). Este es el caso de Brasil, que recortó su tipo de referencia solo 25 puntos básicos (pb) el mes pasado (tras seis recortes consecutivos de 50 pb), y de Chile. Por su parte, el banco central de México decidió mantener su tipo sin cambios en mayo, después de iniciar su relajación monetaria en marzo.
En Asia y África, los bancos centrales de las principales economías emergentes habían subido sus tipos de interés un poco más tarde, a finales de 2021 o incluso en 2022, por lo que todavía no han comenzado su relajación monetaria. Sin embargo, el aplazamiento del lanzamiento del ciclo de flexibilización de la Fed, que va de la mano con el establecimiento de un discurso de tipos de interés «más altos durante más tiempo», condicionará necesariamente sus políticas monetarias. El mantenimiento forzoso de los tipos oficiales más altos y las condiciones de financiación menos favorables para las empresas y los hogares limitarán el alcance del repunte de las economías emergentes en 2024 y 2025. No obstante, la baja proporción de hogares con acceso a financiación bancaria en algunas economías, en particular en las economías en desarrollo, mitigará el impacto de este entorno adverso.
Gracias a las numerosas ventajas (demografía, costes laborales, recursos naturales, acuerdos comerciales) que ofrecen alternativas a China en un contexto de diversificación de riesgos, los países del sudeste asiático deberían seguir figurando entre los más dinámicos en 2025. Vietnam y Filipinas registrarán tasas de crecimiento superiores al 6 %, mientras que Indonesia crecerá más del 5 %. En el continente asiático, la India también debería mantener su dinamismo, aunque a un ritmo ligeramente más lento (+6,1 %).
En este contexto de estabilización del crecimiento mundial, África también debería obtener mejores resultados y superar el crecimiento del 4 % en 2025. Esta tendencia será generalizada, ya que esperamos que todas las principales economías del continente se aceleren: Nigeria, Egipto, Argelia, Etiopía, Marruecos y, en menor medida, Sudáfrica.
Por último, las economías emergentes de Europa Central y Oriental también deberían registrar un mayor crecimiento en 2025, gracias a la demanda interna aún impulsada por unos salarios reales elevados y, por último, a la recuperación de la demanda externa de Europa Occidental, en particular de Alemania.