La hegemonía de China en la industria mundial de la confección se está desmoronando, debilitada por el aumento de los costes, las restricciones regulatorias y una especialización poco rentable. El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca y su política comercial agresiva podrían acelerar la diversificación de las cadenas de suministro. Coface identifica a los países que están llamados a desempeñar un papel creciente en la producción mundial de ropa.
Tres tendencias clave
- China está perdiendo terreno: su cuota en las exportaciones mundiales de prendas de vestir ha caído del 54 % en 2010 al 41 % en 2023.
- El sur y el sudeste asiático están ganando terreno: Bangladesh, Camboya, Pakistán, Vietnam y la India son los países mejor situados si se aplican derechos de aduana uniformes.
- Europa está ganando terreno: con derechos de aduana recíprocos, Albania, Georgia y otros países europeos se volverían relativamente más competitivos.
La liberalización del comercio y el poder exportador de China
La eliminación gradual de las cuotas textiles entre 1995 y 2005, junto con la entrada de China en la OMC en 2001, estimuló enormemente sus exportaciones de prendas de vestir y calzado, que se multiplicaron por 4,8 entre 1995 y 2010 (frente a 1,4 en el resto del mundo).
Sin embargo, este avance no puede explicarse únicamente por la liberalización del comercio. China ha aprovechado su gran población y sus bajos costes laborales (un factor clave que representa entre el 20 y el 30 % del coste final de una prenda), sus vastos recursos naturales y químicos para la fabricación de fibras textiles y su estabilidad política.
Competencia global: los límites del modelo chino
Aunque China sigue siendo el principal exportador mundial de ropa, su dominio se está debilitando. Su cuota de las exportaciones mundiales ha caído del 54 % en 2010 al 41 % en 2023.
Este descenso se explica por un modelo económico centrado en la subcontratación para marcas occidentales. Sin embargo, estas actividades manufactureras están mal remuneradas en la cadena de valor. Así, a pesar de su peso significativo en términos de número de empresas (19 % del total mundial), los actores chinos solo generaron el 10 % de los beneficios del sector entre 2020 y 2024.
Esta pérdida de competitividad se ve acentuada por el continuo aumento de los salarios (+6 % anual de media desde 2010). En 2000, un empleado estadounidense ganaba 18 veces más que un trabajador chino, frente a solo 4,6 veces más en 2023. A esto se suman las nuevas restricciones normativas, en particular las medioambientales, que aumentan los costes de producción. Todos estos son indicios de que el modelo chino está perdiendo fuelle en un contexto de mayor competencia mundial.
Escenario de derechos de aduana uniformes: Asia meridional a la espera
El regreso de Donald Trump podría acelerar la diversificación de las cadenas de suministro textil fuera de China. Coface ha desarrollado un índice de atractivo de los países basado en la disponibilidad de mano de obra barata, la existencia de una industria textil consolidada y la facilidad para hacer negocios.
En un escenario inicial en el que todos los socios comerciales de Estados Unidos están sujetos a aranceles aduaneros uniformes del 10 %, excepto China, que se ve más penalizada[1], los países mejor posicionados para captar cuota de mercado son Bangladesh, Camboya, Pakistán y Vietnam. India, que ocupa el sexto lugar, también podría beneficiarse del desarrollo de su vasto mercado interno. Por último, la deslocalización tras la COVID-19 podría beneficiar a países como Albania y Georgia en Europa, y a El Salvador para el mercado estadounidense.
Escenario de aranceles recíprocos: los europeos mejor equipados
En este segundo escenario, la Administración estadounidense introduce aranceles aduaneros diferenciados, en línea con las medidas recíprocas anunciadas en abril y posteriormente suspendidas. En esta situación, nuestro índice sugiere que los aranceles aduaneros no serían suficientes para eliminar la ventaja competitiva de Bangladesh. A pesar de su elevado tipo (37 %), el impacto sigue siendo limitado gracias a su escasa dependencia del mercado estadounidense y a sus fuertes vínculos con la Unión Europea.
Por el contrario, países como Vietnam, Lesoto y Jordania perderían más competitividad. Los países europeos, en cambio, se beneficiarían de una ventaja relativa, con aranceles más bajos y una menor exposición a EE. UU., a menos que se produzca un aumento repentino al 50 %, como amenazó Donald Trump a finales de mayo.