Actualidad Económica
23/01/2023
Riesgo País y Estudios Económicos

¿Se acerca el final de la "paradoja de las insolvencias"?

La paradoja de la insolvencia está llegando a su fin

En contraste con las esperanzas del año pasado, en plena euforia de la recuperación pospandemia, el panorama macroeconómico para 2023 es, cuando menos, sombrío. En este contexto, ¿debemos esperar un aumento generalizado de los siniestros y las insolvencias corporativas? Jean-Christophe Caffet, economista jefe del Grupo, ofrece algunas respuestas.

 

 

 

EVOLUCIÓN DE LAS OPORTUNIDADES ECONÓMICAS PARA 2023

El año 2022 terminó con una nota particularmente baja, muy lejos de las esperanzas del año pasado, en plena euforia de la recuperación pospandemia. Las perspectivas macroeconómicas para 2023, por el contrario, son cuanto menos, sombrías. La mayoría de los riesgos identificados se han materializado, lo que hace temer otro año nefasto para la economía mundial, en particular para Europa, donde la economía se encuentra en desaceleración, mientras la inflación sigue alcanzando nuevos máximos.

Los bancos centrales, dispuestos a evitar que se repita el escenario de los años 70, se han embarcado en un ciclo de endurecimiento monetario. Esto, aseguran, solo llegará a su fin cuando los precios se estabilicen, aunque el peaje macroeconómico podría ser una nueva recesión.

Los períodos marcados por el endurecimiento de las condiciones financieras, particularmente cuando son de esta envergadura, casi siempre tienen un impacto en la siniestralidad. Y sobre todo, cuando estos episodios se combinan con otros factores que ejercen presión sobre la rentabilidad de las empresas, como ocurre ahora con la fuerte subida (o la persistencia de niveles elevados) del precio de los insumos y las materias primas, en particular de la energía, y posiblemente en el futuro, de los salarios. Las negociaciones anuales realizadas en un contexto de pleno empleo y, frecuentemente, de inflación de dos dígitos, dejan poco lugar a dudas: los costes salariales aumentarán sensiblemente el próximo año, con claras diferencias entre países y sectores de actividad, como es lógico. Además, los intereses serán notablemente más altos y el acceso al crédito bancario más restringido. Al mismo tiempo, los flujos de tesorería de las empresas terminan el año en una posición mucho menos favorable que cuando comenzó, especialmente en las áreas más intensivas en energía del sector manufacturero.

 

¿DEBERÍAMOS ESPERAR UN AUMENTO DE LAS INSOLVENCIAS CORPORATIVAS?

La “paradoja” de las insolvencias, derivada de la pandemia de Covid-19, desaparecerá por dos razones clave:

  • La primera tiene que ver con la intervención gubernamental, que ahora sufre una presión mucho más intensa que hace dos años debido al regreso de la inflación y a unos objetivos contrapuestos con la política monetaria. Mientras el apoyo presupuestario introducido durante la pandemia ascendió a más de 10 puntos del PIB en las economías más avanzadas, los países de Europa (con la excepción de Alemania), son ahora más cautelosos con el gasto. Las medidas para hacer frente a la crisis energética (“escudos arancelarios”, etc.) rondan los 3 puntos del PIB. En otras palabras, el enfoque “cueste lo que cueste” adoptado por los gobiernos ha quedado claramente atrás.
  • La segunda razón se relaciona con la naturaleza esencial de la crisis actual, que es diametralmente opuesta a la crisis sanitaria: la pandemia de Covid-19 fue un shock temporal que extinguió casi todos los costes variables soportados por las empresas. La crisis actual, en cambio, es más bien un shock permanente, que conlleva un aumento generalizado de los costes que el Estado no puede asumir en su totalidad.

En estas condiciones, es difícil no anticipar un fuerte aumento de las insolvencias corporativas en los próximos trimestres. El proceso de normalización también ha comenzado en muchos países, como Francia, donde ha aumentado alrededor de un 50% en los diez primeros meses del año, principalmente en los sectores del transporte, la distribución y la agroalimentación. Probablemente sería exagerado decir que existe el peligro de que se produzca una avalancha de insolvencias y, menos aún, un auténtico “tsunami”, como han especulado algunos analistas: en primer lugar, las autoridades públicas vigilan la situación muy de cerca; y, en segundo lugar, en el muy corto plazo, la posibilidad de racionamiento energético parece disiparse. No obstante, 2023 debería marcar una especie de (re)convergencia de la microeconomía y la macroeconomía.

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