Actualidad Económica
12/10/2020
Riesgo País y Estudios Económicos

Riesgos políticos y sociales en África

Africa

Los riesgos políticos y sociales en África se han visto exacerbados por la pandemia de COVID. Esto se debe a la aplicación de medidas de contención (más o menos rigurosas) y sus efectos: disminución de la actividad, aumento del desempleo, pérdida de ingresos de los hogares, déficit y/o desviación de fondos públicos y colapso de la demanda externa.

Estas graves consecuencias también se están dando en las economías avanzadas, pero África ya se enfrentaba antes de la crisis a mayores riesgos sociales y políticos, un sistema de salud débil, un gobierno deficiente en materia de corrupción, estado de derecho, eficacia reglamentaria, responsabilidad, y  una economía sumergida generalizada.

Es por ello que se ha intensificado la relación entre la pandemia y la estabilidad social.  En algunos casos, las autoridades lograron entregar ayudas en efectivo o conceder una exención tributaria a su población más necesitada y vulnerable. El desarrollo de la telefonía móvil facilitó la difusión de los servicios financieros entre la población a pesar de la economía sumergida y la ausencia una cultura sobre los servicios bancarios. El apoyo económico ha sido a menudo limitado debido a la falta de recursos financieros públicos y a la imposibilidad de recaudar dinero tanto a nivel interno como internacional. Los países en los que estos riesgos y deficiencias eran más elevados, serán los más afectados.

En 2021, Coface prevé una recuperación del crecimiento en el África Subsahariana (del -4% en 2020 al 3,2%), que debería provocar una disminución de los riesgos. Sin embargo, es probable que estos no regresen a niveles anteriores, ya que el crecimiento tampoco volverá a las cifras pre-crisis. La colaboración multilateral y bilateral es de ayuda para amortiguar las consecuencias de la crisis en estos países y apoyarles para superarla. Sin embargo, no resolverá el problema, ya que en su mayor parte se limita a aumentar la liquidez mediante la suspensión del servicio de la deuda de los países del G-20 en 2020 (DSSI) y más financiación de los organismos multilaterales en condiciones favorables. Deja sin resolver la cuestión de la solvencia. Una vez pase la tormenta, los acreedores seguramente se enfrentarán a más países con problemas de sobreendeudamiento, lo que debería llevarlos a conceder una reestructuración de la deuda. De lo contrario, la austeridad será inevitable, alimentando aún más los riesgos sociales y políticos.

Parte superior